Perteneciente a la familia de los túnidos, el bonito del norte es un pez de gran tamaño, en forma de torpedo, corpulento y de cabeza pequeña, cuya carne ha sido muy apreciada desde tiempos remotos.
Es un producto que sólo se captura durante los meses de verano.
Es de forma hidrodinámica, el bonito posee un cuerpo de flancos azulados, esbelto, fusiforme y comprimido. Puede superar el metro de longitud, y alcanzar los 30 kilos. Posee aletas dorsales contiguas. La primera, larga y baja, se reduce hacia la parte posterior; la segunda, corta, es aún más baja, lo que sirve de pista para no confundirlo con otros túnidos. Se alimenta principalmente de arenques, caballas, sardinas, moluscos, cefalópodos y crustáceos. Se pesca con almadraba o con anzuelo, empleando como cebo una anguila salada.
Su parte más codiciada es la llamada chaleco o ijada, que comprende desde el cuello hasta el vientre, donde se da el mayor equilibrio entre la grasa perfumada del bonito y sus partes magras, que tienden a secarse durante su elaboración.
Es un alimento saludable y sano, rico tanto en proteínas como en vitaminas A, B, D, y K. Aporta minerales como el calcio y el yodo, esenciales para el metabolismo. No tiene colesterol, y su consumo habitual reduce el colesterol no deseable. Cien bonito de atún proporcionan aproximadamente 160 calorías.
Se limpia el bonito.
En una sartén se pone aceite y se añade picado muy fino un poco de perejil, jamón y aceitunas.
Se añada cebolla picadita y se dora. Se bate un tomate y se sofríe.
Todo ello se agrega al bonito. Se añade también los dientes de ajo y la pimienta, todo machacado.
Por último se incorpora el huevo batido, la sal y, para dar consistencia, el pan rallado.
Todo ello se amasa bien sobre mesa enharinada.
Se le da forma y se envuelve en paño blanco, atándolo bien prieto.
Se pone en olla a presión con agua y un poco de sal.
Se retira y se deja reposar durante doce o más horas. Se corta en lonchas y se sirve, por ejemplo con salsa de tomate.